Parece egoísta, engreído, arrogante, que juega para sí mismo y el equipo poco le importa. Sufre por cada ocasión que falla. Sólo suyas son las derrotas como suyas solas son las victorias.

Al vivir desde el Ronaldismo, parece que todo se puede con voluntad y esfuerzo. La vida, entonces, se asemeja a una interminable escalera, seca, áspera. Otras veces entrando en el ojo del huracán, en el flow, todo fluye y parece que las cosas se hacen solas. Hemos sido tocados por el Messianismo. La vida es un juego, volvemos a ser niños y cada momento es único, cada instante un gol.