Emociones


Meditación sobre las emociones, el camino del medio 
En el terreno de las emociones la mayoría nos sentimos desbordados. No tenemos maneras de manejar las situaciones en las que emociones como el miedo, la vergüenza, la tristeza o el enfado suceden con intensidad, y la manera con la que la mayoría de nosotros respondemos a las emociones difíciles muchas veces empeora las cosas.

Solemos entrar en un círculo vicioso entre pensamiento y emoción. Más emoción crea más pensamiento que a su vez aumenta la emoción. Generalmente, respondemos a esto mediante el rechazo, la represión o todo lo contrario, nos abandonamos a la emoción dejándonos llevar por ella. Vamos a ver esos dos mecanismos un poco más en profundidad.  

Emoción y rechazo

La reacción habitual cuando hay una emoción que identificamos como desagradable es intentar huir de ella, rechazarla, tratar de alguna manera de quitárnosla de encima. Pero ese rechazo de la emoción es como un rechazo a nosotros mismos, ya que nuestra experiencia interna en el presente está teñida por esa emoción, de alguna manera somos esa emoción,y esto provoca dolor y bloqueo.
 Una manera muy útil para superar esta tendencia al rechazo de la emoción, usada por Thich Nhat Hanh y también en la herramienta psicoterapeútica del focusing, es tratar a la energía de las emociones como si fueran personas. La atención plena es para Thich Nhat Hanh como una madre cariñosa que cuida de su hijo, la emoción difícil. Una madre no rechaza a su hijo cuando tiene miedo sino que le da amor y cariño. De igual manera, cuando sentimos miedo, podemos convocar a la atención plena para que de amor y mezca a nuestro miedo. Tratamos a las emociones como si fueran personas, o niños pequeños y a la consciencia como una madre que los protege y les da amor. Con ello lo que se logra es aceptar por un lado y por otro lado que esa emoción reciba el apoyo amoroso de la consciencia que sana y alivia.  
“Hola miedo, viejo amigo, ¿cómo estás hoy?, te mando mi cariño”. 
Se puede coordinar esta práctica con la atención a la respiración “ (Inspiro ) te observo miedo (espiro ) te mando amor miedo”.

“Hola querido miedo (inspiro) te acepto (espiro)” 

Este ejercicio, aunque parece algo naife es muy útil. A veces funcionará en el momento y la emoción se transformará. Otras veces el alivio no será tan evidente, pero eso no es lo importante, lo que importa es que la práctica hace su trabajo de sanación a través del amor de una manera lenta y progresiva. Funciona porque aceptamos y porque a la vez depositamos la consciencia en nuestra emoción, y la consciencia tiene esa cualidad pacificadora sanadora y relajante. 
Identificarse con la emoción

El otro extremo en el que solemos caer es en el de la identificación con las emociones. Esto sucede debido a la intervención del pensamiento. El pensamiento provoca una solidificación de las emociones y por lo tanto las hace mucho más duraderas.  Si me siento triste, esta tristeza es una carga energética que tiende a disiparse con el tiempo. Sin embargo, si pienso que el mundo es un lugar muy triste y me lo creo, eso va a tener mucha más entidad y solidez y por lo tanto va a ser más difícil salir de esa tristeza.
Para evitar que el proceso de solidificación se produzca, hay que lograr suficiente atención durante la meditación, cuando se logra suficiente presencia entonces se puede enfocar a la emoción. Es como si la atención se volviera hacia sí misma centrándose en todas las sensaciones y pensamientos que surgen de la emoción, sea ésta miedo, ira o tristeza. Simplemente observamos. La presencia incondicional no juzga y al volverse sobre si misma reduce la fuerza de los pensamientos que no están siendo alimentados. Una vez que los pensamientos mueran por inanición, por falta de oposición y rechazo, lo que queda es la carga energética de la emoción. Una carga energética que varía y es diferente por ejemplo en la tristeza que en la ira. Cada emoción tiene su su sabor y sus características, pero cuando las emociones se observan desde el silencio dejan de ser tan amenazadoras.
En ocasiones, la energía se vuelva a transformar y se conviert en un dolor en alguna parte del cuerpo, en una pequeña molestia. Este es el núcleo sentido de la emoción y no es fácil que esto desaparezca. A veces desaparecerá de forma natural, otras veces no. En cualquier caso, la observación cariñosa de este dolor es sanadora. Aquí de nuevo se puede tratar al dolor como si fuera una persona, un mensajero y mentalmente preguntarle:
"¿Quieres decirme algo dolor? ¿Te quieres expresar?"

 A veces vendrán pensamientos, en muchas ocasiones recuerdos. Puede ser que incluso que el dolor se abra como una flor acariciada por una gota de rocío en forma de lágrima. Este dolor suele ser antiguo, el resultado de experiencias del pasado. Es como si el cuerpo recordase. Esto es lo que realmente amplifica las emociones y lo que debe ser sanado. Si hoy siento miedo porque mi jefe me ha gritado, ese miedo se une al miedo que tengo acumulado en mi subconsciente y que también se refleja en mi cuerpo.
Si hacemos esto, en muchas ocasiones seremos conscientes de cómo la emoción tiene su nacimiento y su transformación en otra emoción diferente y de naturaleza positiva. Es como que al no interferir mediante el rechazo o la identificación-solidificación permitimos que suceda la fluidez natural. Así la tristeza se puede convertir en amor o la ira en fortaleza.
Con el tiempo, se vive una continua liberación de las tensiones y contracturas del cuerpo que es al mismo tiempo una liberación de los traumas y dolores almacenados en el cuerpo. Esto es un proceso de sanación que favorece que podamos habitar nuestro cuerpo a gusto, relajados y en paz

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