domingo, 30 de octubre de 2011

Sabiduría versus conocimiento

                                                    
La educación que recibimos ha equiparado sabiduría y conocimiento de tal manera que es considerado  sabio quien acumula muchos datos.  Desde este punto de vista los ordenadores son los grandes sabios. Sin embargo, la sabiduría tiene más que ver con la ausencia de conocimiento, o más concretamente con la ausencia de prejuicios y de creencias erróneas que confundimos con la realidad. Es una manera de mirar, sin los velos del pensamiento, que apresa la realidad con una mayor fidelidad. El saber es algo vivo, en movimiento y no  enciclopédico y estático. El maestro zen Shunryu Suzuki hablaba de la mente de principiante. Una mente que parte de la ausencia de conocimiento y que por ello siempre está dispuesta a saber más, a aprender más. Nunca para de aprender porque tiene la humildad de comprender que no lo sabe todo.

En algunas tradiciones a esta sabiduría se la conoce como visión profunda, en el sentido de que observa la realidad de una manera penetrante. La meditación y uno de sus subproductos, la concentración, favorecen esa mirada desprejuiciada que no está condicionada por los pensamientos. Toda mirada mediatizada por la mente es una mirada muerta, una mirada dirigida por el pasado, antigua. Sin embargo, cuando la mente se aquieta da lugar a una mirada nueva, creativa, que surge de un lugar diferente y novedoso que por ello da respuestas innovadoras. Por eso el sabio es como un niño, que siempre está aprendiendo, porque su actitud es la del que observa la realidad con nuevos ojos a cada  instante.
La verdadera sabiduría está esperándonos a cada uno de nosotros para ser descubierta. Es un regalo y no sólo para unos pocos.

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